El colegio Salesiano María Auxiliadora celebra el día de la poesía con Eladio Méndez

  • 26/03/2023
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Televisión Extremeña

Este pasado viernes se ha celebrado un acto en el Colegio Salesiano María Auxiliadora de Mérida para celebrar el Día Mundial de la Poesía en torno a la obra de Eladio Méndez.

Se han recordado poemas del autor como La Gamonita, nombre que alude a una zona y mina con pozos cerca de Castuera en donde se hacía formar a docenas de presos atados por las caderas; los primeros de la fila eran empujados al vacío y caían a los pozos, arrastrando a su vez al resto de los hombres. Y ese poema, tan sentido, expresa lo necesario siendo mucho lo que calla. Ese poema de su memoria quizá marcó su compromiso, compromiso que ansía la luz ante tantas brutalidades y abusos cometidos por el ser humano. Sin embargo, aun siendo un poema del dolor, al final termina vestido de esperanza:

Con grave voz me comentó mi padre

asiéndome la mano:

hijo, ese yermo que ven tus ojos

está todo colmado.

Colmado está de lágrimas y llantos,

lleno de pies descalzos

de manos limpias y vencidos huesos,

de ideas transparentes.

Repleta está la mina

de relojes varados  en el pecho,

de gritos retenidos

en los profundos túneles del alma,

de esperanza marchita,

de cólera, de carne cercenada;

llenas las galerías

de angustias y alientos mutilados.

De nombres femeninos

en labios lacerados por el miedo,

de miradas perdidas,

de juicios sumarísimos y muerte.

Y sin embargo, mira como crecen

el lirio, la genista

y la amapola, rezumando vida

en ese erial de sombras.

ELADIO MÉNDEZ

Pero, ¿quién es Eladio Méndez? Eladio es un poeta, sí. Pero es, sobre todo, un autodidacta, un artesano de las letras que aprendió, porque era deseo de su abuelo, a arrimarlas y así poder formar palabras para mostrar su entusiasmo por la vida e intentar mejorarla. Un ser comprometido contra todo lo que suponga injusticias. En palabras de Ana Castillo, “la poesía de Eladio Méndez se desplaza desde la memoria al corazón y solo entonces se plasma en el papel”.

Nacido en Castuera, muy pronto se instala con su familia en Mérida en donde pasó su infancia y, luego, ha combinado su trabajo con la creatividad. 

Eladio tiene editados seis poemarios (Arrullos, 3X3, La memoria encendida, Elogio de los esponsales, Oda nupcial y Corazón convulso) y otros poemarios inéditos (Poemas para María, Acróspocos, Haikus, Mis poetas, Matria y El orar de los verdugos).

Sus poemas han aparecido en numerosas antologías y ha obtenido varios premios que ahora no voy a nombrar porque sé de su humildad.

Desde 2016 dirige, junto a Antonio Orihuela, el Aula Literaria Jesús Delgado Valhondo.

Pero, ¿sabéis qué?, aunque me interese, y mucho, su obra, lo que más admiro de él es su manera de ser como humano, un ser humano gigante, un hombre bueno en el más amplio sentido de la palabra y su entrega a unos principios que tiene como banderas el amor a sus ancestros, a su familia y la sincera amistad que siempre muestra cuando te encuentras con él. Más, por supuesto, el dolor que todo lo atraviesa.

Porque es algo extraordinario su sencillez y, sobre todo, su “ternura; es el poeta de la ternura tanto en la vida como en la escritura, tanto en los momentos felices como en los más duros”, dijo también de él Ana Castillo.

Conozco a Eladio a través de instantes compartidos, intensos, desde casi la infancia, y los colecciono como cromos irrepetibles guardados en un álbum personal. Y por medio de esos instantes, sé de sus prioridades: su familia, el intentar llevarse bien con todo el mundo y la poesía que apunte al pecho, su sueño proyectado sobre papel. Y lo que escribe no es otra cosa que un sincero y profundo compromiso, penetrar en el dolor ajeno sintiéndolo como propio, denunciar que la justicia está lejos y que es lenta. Y si la justicia está lejos y es lenta, deja de ser justicia.

Y todo esto con voz propia, que es lo difícil, con palabras al desnudo, la belleza en lo sencillo tan profundo. Es, como dijo Nicanor Parra en su Manifiesto: los poetas bajaron del Olimpo para mostrarse en la plaza pública:

En sus escritos siempre está el amor con mayúscula: 

  • Los dedicados a su mujer:

Amor, a veces deseo que partas

un segundo antes que yo

hacia donde mora el alba,

tan sólo para evitarte

el dolor de mi ausencia.

Un joven reportero me pregunta:

En qué rincón de la ciudad

me gustaría perderme.

En el formulario anota:

no sabe/no contesta.

Él no puede imaginar

que justo en ese instante

yo pensara en ti.

  • Los dedicados a la infancia:

Vivir eternamente en la infancia

para no tener memoria del dolor.

  • A su madre:

En tu abrazo de ayer, madre,

me nació un poema.

[…]

tiene mi madre en el alma

un manantial de regazo,

en el recuerdo, una guerra

cien tormentas y mil rayos.

Tiene mi madre un deseo:

navegar hacia el mar de los abrazos

con sus cinco marineros

y el capitán de su barco.

Mi madre tiene un pañuelo

de pétalos de jazmín blanco…

  • A los que sufren y han sufrido, porque, como dice Miguel D´Ors, “un poeta no puede sentirse cómodo en el mundo contemporáneo”:

En las calles mordidas

por las fauces del hambre,

¡jugar a contar muertos!,

[…]

Mi patria es el lamento de los que nada tienen

y los labios quemados de los que piden agua.

  • Y apuesta por el diálogo, la concordia y el amor como única vía de salvación para el hombre que él siempre espera:

Te esperaré allá donde maldice el poeta,

donde se quiebra la fe,

[…]

Donde nace el lamento,

donde el otoño queda huérfano a los árboles

¡Te esperaré ¡…

para abortar la tristeza.

Te esperaré para cambiar el sentido de las cosas.

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